Cada vez más sindicatos y organizaciones sociales de diferentes naciones de Europa se suman a un reclamo común: el encarecimiento del costo de la vida, sumado a las limitadas oportunidades laborales, las crecientes dificultades que implican los emprendimientos y la precaria situación que asola las sociedades.
Durante el mes de noviembre de 2022, se han llevado a cabo huelga generales en Bélgica y Grecia. El pueblo griego ha sido víctima de una severa y prolongada crisis económica, que supuestamente fue abordada desde hace casi una década, sin que eso implique una mejora en la calidad de vida de la clase trabajadora y sus familias. El gobierno griego anunció que tiene listo un plan de ayuda para que la población pueda enfrentar las elevadas tarifas de energía, pero los sindicatos afirman que se trata apenas de una medida preelectoral, a ocho meses de elecciones generales.
En Francia y Reino Unido, se han sumado a la protesta los sectores de transporte colectivo de personas, lo que impacta directamente en la dinámica productiva. Precisamente, en Francia hubo una amplia huelga de otro sector vital para la economía: el energético, donde trabajadores de la industria petrolífera reclaman por mejoras en sus condiciones laborales.
Toda la región enfrenta un aumento exponencial en los costos de la energía en momentos en que se aproxima el invierno en el hemisferio norte, con una persistente inflación que supera el 10% en lo que va del año.
El pasado 13 de noviembre, miles de personas protestaron en Berlín, Alemania, contra la inflación y el alza de precios. Piden una “redistribución” de la riqueza y la expropiación a las inmobiliarias, causantes de la especulación.
El mayor sindicato de Alemania consiguió el viernes 18 de noviembre un acuerdo para subir los salarios de un 8,5% en el sector de la electrometalurgia, lo que permitirá evitar una gran huelga en la primera economía de Europa.
En España, la Plataforma en Defensa del Transporte, una agrupación de autónomos y pequeñas empresas de transportistas de mercancías, convocó a un cese de actividades para el lunes anterior que se mantuvo por dos días. Este mismo sector había protagonizado una dura huelga de 20 días en marzo pasado.
Luchar por el derecho a la salud
Lo irónico de los motivos que provocan estos movimientos de protesta es que buscan defender, entre otros, el derecho a la salud, una condición que ayer, en medio pandemia de Covid, era un tema considerado sagrado, pero que al día de hoy se tambalea a merced de los intereses económicos.
Esta situación alcanzó su máxima expresión en España, donde el domingo 13 de noviembre ocurrió una de las más grandes movilizaciones sociales para exigir al gobierno de la capital, Madrid, que no recorte las condiciones bajo las que ofrece este servicio social, en particular, la atención de emergencias.
La marcha para exigir este derecho, contó con la participación de trabajadores de la salud, pero también de miles de personas que se unieron a esta medida de protesta. Precisamente, el gremio médico había convocado a un movimiento de huelga la tercera semana de noviembre, el cual fue suspendido luego de una negociación del gobierno con los galenos.
Simultáneamente, en el Reino Unido, el Royal College of Nursing, que representa a casi medio millón de enfermeras y enfermeros, debe anunciar en cualquier momento la primera huelga nacional en sus 106 años de historia.
El gobierno británico aseguró que tiene preparados planes de emergencia ante una huelga del personal paramédico, pero el anuncio no disipó los temores sobre el impacto de la huelga sobre un sector que aún busca reponerse del caos provocado por la pandemia de coronavirus.
La economía europea contra las cuerdas
Todos estos hechos se desarrollan en un contexto social volátil y altamente complejo. La guerra entre Rusia y Ucrania y los efectos económicos derivados de ella, como el corte de suministros y productos agrícolas, la inestabilidad en los mercados y las graves consecuencias del corte de suministro de gas al continente europeo, solamente anuncian más dificultades para los trabajadores y sus familias.
Por lo visto, la ola de manifestaciones populares y huelga sindicales se extenderá por Europa por largo tiempo.