Dijo el presidente Rodrigo Chaves en la reciente CADENA NACIONAL, haciendo una defensa incondicional del cuestionado proyecto de ley sobre la jornada laboral 4/3, lo siguiente: “No se dejen engañar por sindicalistas añejos” (EL MUNDO CR: 15/5/23).
Esto con el objetivo implícito de desvirtuar los argumentos de justicia social que, a lo largo de su historia, la clase trabajadora y sus organizaciones han sostenido en defensa de la jornada de 8 horas, de salarios justos, contra el alto costo de la vida y por el derecho a la libre organización sindical.
Pues quiero contarle al presidente que hace casi 80 años, un sindicalista, más bien inmortal en la memoria del pueblo costarricense, CARLOS LUIS FALLAS SIBAJA, mejor conocido como CALUFA, sentado por entonces en una curul del Congreso Nacional, le dejó a él y a todos los y las políticas de su estilo, mensajes como estos:
“Nosotros mantenemos la tesis de que con proyectos inconsultos no se termina la especulación. Pretendemos por eso, una completa legislación que es lo que el pueblo necesita. Nuestro interés no es el de hacer el escándalo político. He oído aquí ciertas manifestaciones que pudieran servir como polvo en los ojos del pueblo” (TRABAJO, 17 de junio, 1944, p.1-2).
Meses después, reiteraba algo parecido:
“Apoyamos por estas razones y siguiendo nuestra invariable línea de conducta, todas las medidas enérgicas que se tomen contra los ladrones nacionales, y denunciamos a los que, habiéndole hecho el juego a los especuladores, ahora quieren aprovechar el hambre del pueblo para hacer política barata” (TRABAJO, 23 de diciembre, 1944, p.1).
Tales mensajes en los años 40 iban en contra de los empresarios especuladores que amasaban fortunas con la miseria heredada de la Segunda Guerra Mundial. Hoy, en cambio, los mensajes del presidente pretenden abonarle más capital a las arcas de los descendientes de aquellos especuladores de antaño y a los que vienen desde fuera para hacer clavitos de oro.
¡Mensajes más vigentes que nunca!
Le caen como anillo al dedo al actual presidente que ha hecho del sarcasmo, la desconsideración y el irrespeto contra la ciudadanía sus principales armas para descalificar las aspiraciones de quienes no estamos de acuerdo con él.
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