La máxima competición de fútbol masculino a nivel internacional , el Mundial de Fútbol de la FIFA, tendrá lugar entre el 20 de noviembre y el 18 de diciembre en Catar. Esa nación, que es mostrada ante el mundo como una de las principales potencias económicas, sustentada en la gran fortuna que significan sus enormes dividendos por actividad petrolera, oculta bajo sus turbantes una oscura realidad: miles de trabajadores migrantes se han encargado de levantar estadios y demás infraestructuras en tiempo récord, bajo unas condiciones laborales pésimas, sufriendo abusos y siendo víctimas de explotación.
El desarrollo económico catarí ha sido vertiginoso y acelerado, lo que ha impulsado una dinámica económica compleja. El sector construcción es de los más fuertes del país: Qatar ha construido autopistas, siete estadios de fútbol, hoteles y rascacielos, gastando al menos 229.000 millones de dólares en infraestructuras. Pero con apenas 2.9 millones de habitantes, la reducida oferta de mano de obra para esta actividad (una de las más activas debido a la edificación de instalaciones deportivas) ha forzado a contratar trabajadores de otras naciones.
India, Bangladesh, Nepal, Kenia, Sri Lanka o Pakistán son algunos de sus países de origen. Suponen casi el 95% de todos los trabajadores del Mundial. Dejaron atrás a sus familias para moverse a Catar, el cuarto país con la renta per cápita más alta del mundo. Allí, las empresas le niegan las garantías fundamentales: requisan sus pasaportes, impiden que cambien de empleo y los mantienen al margen de cualquier iniciativa sindical. En esa nación se celebra un contrato laboral conocido como “lafala”, un sistema que vincula a los trabajadores con sus empleadores y hace casi imposible que renuncien o cambien de empleo sin permiso. En caso de protesta, Qatar tiene un acuerdo con Turquía para proporcionar más de 3.000 policías antidisturbios y Pakistán también ha acordado desplegar tropas en Qatar durante el torneo mundialista. O sea, el país se ha garantizado que la clase trabajadora será reprimida por otros migrantes.
No hay forma real de conocer el impacto de esta realidad económica. En febrero del año 2021, el diario británico The Guardian fijó en 6.500 el número de trabajadores migrantes muertos en el Mundial de Catar desde el inicio de las obras. Dicha estimación resulta muy corta ante el cálculo que hace Amnistía Internacional, que cuenta al menos 15.000 fallecidos. Ambas cifras distan mucho del total de fallecidos que informa el emirato: apenas 3 trabajadores.
Revelado: 6.500 trabajadores migrantes han muerto en Qatar desde que se otorgó la Copa del Mundo:
Aunque muchos de los trabajadores laboran en obras deportivas, muchos otros miles laboran en la edificación de hoteles, comercios e infraestructuras, donde también se registran numerosos casos de explotación laboral. Se dedicaban a construir estadios, zonas verdes o espacios de entretenimiento, bajo temperaturas de hasta 50º, sin medidas de seguridad ni sin días de descanso. Tardaban meses en recibir sus salarios y las jornadas se alargaban desde primera hora de la mañana hasta el atardecer.
INFORME SOBRE EL ABUSO DE TRABAJADORES MIGRANTES EN HOTELES DE LUJO DE LA COPA MUNDIAL 2022 EN QATAR
https://www.equidem.org/assets/downloads/2021_Qatar_Hotels_v5_1.pdf
Por supuesto, este no es un tema nuevo, ya que en el pasado la FIFA se ha resultado envuelta en otros escándalos por la situación laboral de los trabajadores de obras de sus competiciones, como ocurrió con el Mundial Brasil 2014. Sin embargo, lo que resulta indignante es cómo este es un tema recurrente a lo interno de una organización que durante mucho tiempo ha aducido neutralidad política o incapacidad de darle seguimiento a estos casos. Ahora, que la FIFA se ha politizado por motivo de la reciente guerra de Rusia y Ucrania, vale preguntarse ¿tendrá la FIFA la misma valentía para presionar por la situación laboral de quienes trabajan en las obras que causan su riqueza?