Artículo de Opinión de Ana Doris González – Presidente de APSE Sindicato
El evento de maltrato cometido por parte de la empresa SYR en contra de dos trabajadoras dependientes pone los pelos de punta, y sin embargo, es sólo la consecuencia directa de las prácticas anti-trabajadoras que ha adoptado la patronal en Costa Rica desde hace varios años.
Los grupos más poderosos del país, utilizando los medios de comunicación añejos, se han encargado de volcar todo su poder contra los trabajadores: las convenciones colectivas y los sindicatos están absolutamente demonizados, los salarios no crecen o están congelados y las huelgas son, en la práctica, prohibidas en Costa Rica.
Con todas estas políticas y discursos anti-trabajadores, ¿qué esperábamos? El maltrato contra las trabajadoras de la tienda no son más que el resultado del empoderamiento punitivo que tiene la patronal, frente a un Estado que está dispuesto a quitarle todo a sus trabajadores para que el empresario se sienta cómodo.
El desempleo está por los cielos, 1 de cada 4 personas no tiene trabajo, y afecta más fuerte a las mujeres. La informalidad es del prácticamente del 50% de la economía. Los salarios públicos están congelados y los privados subieron apenas un 1%, mientras los alquileres subieron 10% y las compras del supermercado se volvieron imposibles.
Aún en estas condiciones, hay gente que se atreve a juzgar a las trabajadoras por elegir ese lugar para trabajar, cuando es claro que las opciones para cualquier trabajador son absolutamente limitadas, y su libertad de elegir se limita a lo que su patrono decida.
La aplastante desigualdad de Costa Rica es el caldo de cultivo perfecto para que haya más violencia en nuestros hogares, centros de trabajo y en la vida pública. No podemos permitirlo.
Es momento de detener esta tendencia, creando sindicatos en las empresas privadas y organizando para las personas trabajadoras, sin importar si son del sector público o privado. La unidad de los trabajadores es la única respuesta ante está poderosa agenda anti-trabajadora.
Ana Doris González