El Gobierno portugués avanza para reducir la jornada laboral semanal de cinco días a cuatro, un cambio que plantea realizar como prueba piloto durante medio año primero en el sector privado, y más tarde en el público.
Sus fundamentos son sencillos, trabajar menos y mejor sin reducción de los salarios ni compensación económica alguna aunque con el apoyo técnico del Estado.
Las conclusiones son claras: benefician al trabajador pero además, un 49% de las empresas aseguran que su productividad ha aumentado, y un 46% han mantenido sus niveles de productividad precedentes.
Otros países europeos conocen los beneficios de lograr una mayor conciliación de la vida personal y laboral.
Islandia es uno de los casos de éxito, en dónde el 1% de la población pasó de trabajar 40 horas a 35 horas semanales, cuatro días a la semana. Los casos de agotamiento, y las bajas por enfermedad cayeron en picado, y la productividad aumentó en algunas empresas.
Actualmente, en cinco los países de la Unión Europea la semana laboral no puede superar una media de 40 horas semanales. Se trata de Lituania, Finlandia, Dinamarca, Países Bajos y Francia.
En cambio, a finales del año 2022, en Costa Rica se inició con el debate para que los trabajadores privados pasen a laborar 4 días a la semana… pero en jornada de 12 horas, lo que se espera que cause afectación a la salud, tanto física como mental, porque el aumento en horas laborales también aumenta el cansancio y disminuye el tiempo en familia, el tiempo para la recreación, para alimentarse adecuadamente y para realizar ejercicio. Esto también puede afectar la productividad.
Se trata del expediente 21182 “Reforma de los artículos 136, 142 y 144 y adición de los artículos 145 bis y 145 ter del Código de Trabajo, para actualizar las jornadas de trabajo excepcionales y resguardar los derechos delas personas trabajadoras”.