Artículo de Opinión de Lic. Nelson Fallas Arias
En la reciente Asamblea de Base de APSE, los colegas solicitaron que se volviera a retomar el tema de la ‘Ley para prevenir la revictimización y garantizar los derechos de las personas menores de edad en el Sistema Educativo Costarricense’ o ‘Ley 9999’, ya que aún hay dudas que deben ser aclaradas.
Se tomó como referencias el video explicativo preparado por la APSE sobre esta Ley y su profesional la Licenciada Adriana Segura Balmaceda. No se hizo esperar las caras de sorpresa aun y cuando ya ha pasado el tiempo de haberse aprobado la ley.
Más que todo por los vacíos legales manifestados en algunas de sus definiciones, el “In dubio pro estudiante” y la forma de proceder cuando no haya prueba y que la misma será el testimonio de la persona estudiante o que el Juez será el que determine si existió o no delito.
Ahora bien, en la realidad vivida diariamente por los docentes se está expuesto a muchas situaciones en las que no se sabe cómo actuar porque se puede tomar acciones sin intención como intencionales por parte de la persona estudiante, llámese boletas, debidos procesos, correcciones por comportamiento irrespetuoso o por faltas al REA o Reglamento interno.
Si bien es cierto el interés del menor está por encima de todo, el sentirse vulnerable en el quehacer docente es motivo de preocupación, angustia y estrés para los docentes.
Al finalizar el tema se dio apertura para preguntas o comentarios y las más sobresalientes fueron que se sienten desprotegidos, vulnerados y atropellados en el principio Constitucional de presunción de inocencia, razón por la que se manifiesta que sí es necesario recurrir a instancias internacionales con la colaboración del Departamento Legal de la APSE o asesores externos, pero que se sienta que se está actuando y que se podrá, poco a poco, reestablecer la estabilidad jurídico-laboral.
Para finalizar se insta a la reflexión de las acciones realizadas día a día y que no se nos olvide que la labor que realizamos es noble, nos dignifica y que debemos andar con paso firme y vigilante de cada uno de nuestros actos para no sentirnos angustiados, sino más bien comprometidos y dignificados.